Pero el segundo día había dejado dos avioncitos de papel. La volví a mirar, me volvió a sonreir, pero nada, seguí sin poder decirle nada.
¿Al tercer día? Al tercer día el pupitre estaba lleno de aviones de papel.
¿La clase? La clase estaba llena de aviones de papel.
¿El colegio? El colegio lleno de aviones de papel.
Entonces no tuve más remedio que buscarla y la busqué y cuando la encontré le dije:
¿Por qué?¿Por qué me regalas tantos aviones de papel?
Y ella me contestó:
Porque tú
Tú eres
mi cielo.
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