domingo, octubre 23, 2011

SUEÑA EN GRANDE


Una persona muy amablemente me dijo que no creía que Dios había dado fe para lo malo. Es decir, Dios nos da a nosotros las cosas, y nosotros decidimos para qué las usamos.
Yo tampoco creo que Dios nos haya dado pulmones para fumar. 
Yo no creo que Dios te haya dado el hígado para llenarlo de alcohol y destruirlo.
Tampoco nos dio las venas para que corra toda la grasa posible a través de ellas.

Dios nos dio la capacidad de creer por cosas grandes, buenas, hermosas, efectivas, de beneficio para nuestra vida y la vida de nuestro prójimo. Dios nos dejó la fe para obtener aquello que El nos desea dar. Que El nos lo desee dar, no quiere decir que ya lo tengamos. Tienes que tener fe para obtenerlo.

La segunda capacidad es la capacidad de esperar. Tenemos que aprender a esperar hasta que llegue el día en que tengamos lo que creemos.

La tercera capacidad es la de disfrutar, aceptar o recibir con gusto lo que tanto tiempo esperamos. 
La capacidad de disfrutar lo que Dios nos dio la tenemos que desarrollar. Dios te dio a tus hijos.

Otra sana costumbre es disfrutar a tu familia. Hay que crear las oportunidades para buenos recuerdos. Los buenos recuerdos algunos son baratos o caros, pero invierta en buenos recuerdos. Invierta en esos almuerzos los domingos con toda la familia, y si ya es abuelito, con todos sus nietos. Tiene que invertir en cosas que ellos de grandes recuerden con agrado. Cuando pueda, lleve a sus hijos a la piscina. Tendemos a minimizar nuestra capacidad de disfrutar. Cree los recuerdos para su familia. Disfrute con ellos.

La última es una capacidad de dar.
Porque si no somos capaces de dar, no somos capaces de recibir.
Si no eres capaz de invertir, no eres capaz de ganar.
Si no eres capaz de soltar, no eres capaz de tomar. 

La base de todas estas capacidades es la capacidad de soñar.
El que sueña ríe, pero cuando perdemos los sueños, ya no reímos. El que sueña canta, pero cuando perdemos nuestros sueños, ya no cantamos.
La voluntad de Dios es hacer grandes cosas contigo, tu familia y tu nación, pero antes de grandes cosas, hay que tener grandes sueños.
Dios requiere grandes sueños para hacer grandes cosas.
Si no tienes grandes sueños, no puedes pedir que Dios haga grandes cosas.
Dios va a hacer cosas tan grandes como grandes sean nuestros sueños.

Nadie que está en cautiverio puede soñar. El cautivo no sueña. ¿Qué puede soñar una persona en prisión? Quizá sea salir, y salir antes si se puede. Pero, ellos antes de estar en la prisión, fueron cautivos de algo más. Ellos fueron cautivos de un mal genio, un arrebato de enojo, las drogas o la rebelión. Quizá no estás en la prisión, pero ¿de qué eres cautivo? Quizá no has estado en prisión por matar a alguien, pero ese genio, mal carácter, pleitos con tu familia, amenazas constantes, y aun podrías estar peleando físicamente con tu cónyuge, y te han llevado a la prisión, ¿quién dice que no estás en una? Estás en cautiverio. No puedes tener sueños grandes para tu familia. Lo que tienes es una pesadilla de la cual quieres despertar todos los días.
Cada vez que nosotros trabajamos con nuestra voluntad, poniendo en ella buenos hábitos, estamos en camino a que nuestros sueños se cumplan. Cada vez que tomamos un mal hábito, nos estamos volviendo esclavos de algo que impide que nuestros sueños se hagan realidad. Si tú tienes un pequeño mal hábito como el de dejar las cosas para después, estás formando tu voluntad de una manera débil. Esa voluntad débil no puede contestar de una manera fuerte ante los desafíos de la vida. Ahora, cuando tienes el hábito de acabar las cosas no importando lo que cueste, la nota o el reconocimiento que obtengas no es tu premio. Tu premio es una voluntad fortalecida para enfrentar los retos que la vida te va a traer aunque no quieras. Sólo con una voluntad educada, formada, fortalecida, podemos encontrar realizados nuestros sueños un día. Por esto, Jesucristo nos hizo libres.
Jesús nos hizo libres para soñar.
Si ya eres libre en Jesús, muéstrame tus sueños,
Pero si eres libre para no soñar, ¿para qué eres libre?
Nunca es tarde para emprender un sueño. Nunca es tarde para recibir un sueño de parte de Dios.
Abraham recibió un sueño para tener un hijo con Sara. Abraham ya era anciano.
Moisés tenía el sueño de liberar al pueblo de Israel. El empezó a trabajar en su sueño cuando tenía 80 años.
¿Quién dice que eres muy grande para tener un sueño? ¿Para soñar para tus hijos o tus nietos?
Una manera de hacer que tus hijos mediten más y no se metan en cautiverio de nada es dándole sueños. Sueños que los inspiren. Ellos solos se van a dar cuenta que el deseo tan grande que tienen de tener un sueño, está en competencia con ciertos hábitos que están agarrando. Ellos van a saber decidir entre renunciar al sueño o cambiar los hábitos. Si tú no cultivas los sueños que tienen tus hijos, ellos no tendrán una buena razón para mantenerse libres de malos hábitos. Si les das sueños, ellos van a entender que los malos hábitos compiten con sus sueños.
Si un sueño se ve afectado por la vida, la vida misma es afectada. Cuando un sueño se va, uno tiene que encontrar otro; de nada sirve llorar un día más. Hay que levantarse de nuevo y creerle a Dios por los sueños que podemos tener. No podemos vivir sin sueños.

Sueña y sueña en grande, porque si puedes tener un sueño, Dios puede hacer algo grande. 
No importa qué estés viviendo, pasando o qué esté en contra tuyo o de tu familia, no abandones tus sueños.
Por cada uno de ustedes que vuelve a soñar, hay gente vinculada a su sueño que también puede volver a soñar. Nosotros vamos a soñar en grande.


Muéstrame tus sueños y te diré que tan libre eres....!

No hay comentarios: